Hay historias tan terribles que quisiéramos que nunca se contaran, pero sobre todo desearíamos que no hubieran sucedido para que no fueran historias. Esta es una de esas historias. Se narra aquí para que no se repita, para conjurar los hechos del pasado que se reproducen en el presente de muchas personas; para que los niños estén a salvo de la violencia de este mundo, del mundo que han creado los adultos.

Tratarán de impedirlo aunque ellos mismos sufren un mal extraño: la niña no puedes exponerse a los rayos del sol sin que su piel se desgarre y el niño tiene una virtud como maldición: cuando retrata a las personas, les dibuja no las fisonomías sino las almas.

El niño, que es el mítico ángel caído, podrá volver al cielo o los dos niños protagonistas serán capaces de impedírselo, es la disyuntiva que los conducirá a todos a un desenlace inimaginable.