Ricardo Chávez Castañeda (México, 1961) quiso ser futbolista mientras los tobillos y los sueños supieron sostenerlo. Después creyó que el gusto por los números era suficiente para convertirse en ingeniero y así sumó su segundo fracaso. Más tarde se convirtió en un psicólogo de titulo guardado bajo los dos colchones de su cama. Solo entonces descubrió que siempre había vivido cerca de lo único que le apasionaba, es más, que siempre las había tenido en la boca y entre los dedos y en el fondo más profundo de su imaginación: las palabras.

Desde entonces escribe y escribe. Así se ha inventado que sigue metiendo golesen el estadio y que continúa sumándole números al infinito y que intenta ayudar a que la gente viva mejor dentro de su cabeza; y, lo mejor, ha inventado que es escritor y que ha escrito ya 27 libros.

En el presente libro, el mundo cobra sentido gracias a las miradas atentas de los niños, tal es el caso de Omar que, convencido que los adultos están hechos de roca, se obsesiona por sacarlos de su rigidez, y el de Enrico que intenta encontrar a los destinatarios de miles de cartas que han sido devueltas al correo. Tantos cuentos como mitades de naranjas que se parten para seguir contando historias para siempre

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