Ricardo Chávez Castañeda encuentra un par de cajas con notas literarias en la biblioteca de la Sogem.
Los apuntes pertenecen a Rafael Martínez Lloreda, joven escritor desaparecido de manera misteriosa, en quien Chávez cree descubrir al mejor autor de literatura de terror que ha dado nuestra literatura mexicana y quien no dejó ninguna obra terminada.
Chávez Castañeda divide las notas de Loreda en cuatro “libros”. Los tres primeros vertebrar un ensayo que aparece al final de este tomo. Del último aprovecha las apostillas anecdóticas para transformarlas en fulminantes relatos demenciales.
El creativo planteamiento – de ocho cuentos, ocho notas y el ensayo – crea una estructura que no separa géneros, construyendo, así un libro elíptico que estudia, reflexiona, y genera una brillante obra sobre la literatura del terror.